Comentario
La dinastía Pandya es la gran administradora del sur y la responsable de la creación de la ciudad-santuario. Según la tradición, reinaron en Maduraj desde el siglo I d. C. (ya los comentaristas griegos se refieren a los Pandion y Ptolomeo los cita en su "Geografía"). Los poemas épicos drávidas hablan con admiración de su riqueza y prosperidad gracias al comercio de perlas, de sus soberanos letrados y reconstructores de templos... Marco Polo en 1292 llegó a entrevistarse con Sundara Pandya, uno de los gobernadores pertenecientes al período de esplendor, que va desde el siglo XII al siglo XIV, pues en el año 1310 el general islámico Malik Kafur los derrotó.Los arquitectos Pandya formalizaron muchas ciudades-santuarios, entre las que cabe destacar Kanchipuram, Tiruvannamalai y Chidambaram. Su capital, Madurai (La Aromática) se funda según la leyenda en torno a un lago (el estanque de abluciones de la ciudad-santuario) de néctar, formado por una gota que cae de los cabellos de Siva. Pero el culto popular ancestral se rinde a la diosa Minakshi, la de los ojos de pez, que se casa con Siva y viven juntos: un garbhagrya frente a otro en el centro de la ciudad santuario. Todos los atardeceres se sacan a pasear las imágenes de los dos dioses en sendos palanquines, lo que da lugar a procesiones populares con danzas y cantos que les acompañan en su paseo.Madurai hoy es una de las ciudades sagradas más importantes para los hindúes de toda India, pero poco queda del arte Pandya tras la incursión de Malik Kafur. Afortunadamente, la ciudad fue reconstruida en parte por los Vijayanagar a finales del siglo XIV y completada por los Nayaka durante más de un siglo (1560-1680); desde entonces, su aspecto apenas ha cambiado.Conserva 11 gopuram (3 de 60 m de altura), toda la muralla (rectangular, 254 por 237 m), los dos templos principales de los divinos cónyuges, un gran estanque de abluciones, una espectacular mandapa con 987 pilares esculpidos, y un sinfín de otros templos y mandapas menores, corredores y todo tipo de espacios de servicio. Una actividad febril caracteriza los recintos exteriores, llenos de tiendas de objetos rituales y utilitarios, de viviendas de los servidores del templo, de hospederías para peregrinos... mientras, en el interior (prohibido el acceso a los no hindúes) se respira la calma de la espiritualidad.